domingo, 12 de julio de 2009

...Y ardieron en las llamas. Las llamas de mi odio.



Desde los confines de mi soledad, ruego a quien me escuche que no me preste atención. Mi voluntad se ha doblegado ante la maldad, la deliciosa venganza, que a mi se me entoja rediante en vez de gélida. Venganza por aquellos que una vez me desecharon, venganza por aquél que me hirió, y ante todo, venganza por los que nunca me dedicaron una mirada.


Y lejos está mi ética, porque dejé atrás mis remordimientos, ahora mi único punto importante es el maligno sentimiento que me corroe. La congoja, que me impregna de un sabor amargo, no me deja respirar. Sí, mi venganza me llena los pulmones de aire enloquecido, y la piel se me tensa por la emoción.


Ya no miraré atrás. Han muerto. Si preferisteis estar contra mí, dejar que me consumiera y me abandonasteis a mi suerte, este es mi dulce castigo que he elegido para vosotros. Sí, dulce a mi pesar, que me seguirá mientras viva. O, puede que ya no viva, solo esté prolongando mi existencia.


Quien sabe...


M*

martes, 7 de julio de 2009


Me undía en la miseria. Caí en el agua, que se me antojó helada y turbulenta, y se me clavaba en el alma cual cuchillos despiadados. La negrura me inundó, y sólo pude ver resquicios de pesadillas que poblavab mi mente, de modo que dejé que la corriente me arrastrase e hiciera conmigo lo que se altojara. El golpe en verdad no me hirió, sólo me dolía el aliento inexistente que emanaba de mis labios agarrotados. La luz de mi interior se apagaba, y cada vez me sentía más lejos de la superfície, y más cerca del infinito pesar. No recordaba los nombres de los que una vez me quisieron, ni los que yo había amado. Nadie importaba ya, la espesura me engullía y únicamente deseaba que acabara conmigo pronto.
Entonces le vi.
Era él, sin duda. Aunque ya no recordaba nada, y a pesar de la desesperación que se había apoderado de mí, le ví; allí, esperándome. La oscuridad empezó a menguar lentamnete, dejando poco a poco paso a una luz de procedencia imposible de determinar. Era como si, de pronto, alguien encendiera una efímera esperanza que se había escondido en mi corazón. Seguía allí, en el mondo del mar, el mismo mar que tanto había amado durante mi vida, que ahora estaba esperando mi muerte. Sin embargo, allí estaba él. El fondo ahora estaba completamente iluminado, y gracias a ello, sus ojos verdes resplandecían con su brillo natural. Su mirada, que tenía tan presente incluso ahora, se me hizo tan dulce y serena como antaño. Me miró. Sus labios estaban levemente enarcados, dibujando una sonrisa. Mi sonrisa. Todo él era mío, como una vez lo fue, y no tardé en tenderle las manos para fundirme con él. Me devolvió el abrazo, aunque yo todavía estaba flotanto en lo absurdo de ese dichoso mar. Su pelo castaño brillaba de manera indescriptible, y le daba una belleza peculiar a su rostro. Me acerqué a su mejilla, y apoyé mis labios en su pómulo. Su aliento me rozó el pelo, que se movía como si en verdad estubiera debajo del agua. Sí, no podía desear nada mejor. Volvía a estar con él, y esta vez para siempre.
Entonces, mi mundo se nubló. Y nada más.
M*

viernes, 3 de julio de 2009

Cada vez más solos, rodeados de gente




Ponte el moño apretado, sirena, que se joda el viento,
rompe las horquillas de espuma,
y déjame que te remache sonrisas de hierro de ésas que disipan las brumas,
y sé que entre los males nos lloverán cristales,
yo iré descalzo y tú desnuda,
al son del amor del ronco tambor que toque la luna.
Vamos a trepar a la copa de este sol de enero,
y a hacer un nido en su ramaje,
y allí reírnos viendo como a cada minutero se lo devora el oleaje,
que cuando entre mis brazos resuenen cañonazos
yo iré perdido entre tus dunas dejándolo todo,
quemando los tronos donde reinen dudas.
Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
sólo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad.
Coge resina para untarnos poco a poco el cuerpo, p
or si vuelve la ventolera,
y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo,
deja volar tu cabellera,
que si a nuestra locura vuelven nubes oscuras
nos cogerán frente con frente y codo con codo,
cada vez más solos, rodeados de gente.
Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
sólo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad.
Marea, Que se joda el viento

El mundo en ojos ajenos


¿Y si la belleza sólo es efímera?
¿Qué haríamos, entonces? , Si de los demás dependiera lo importante, nos perderíamos en nuestro océano particular de dudas. Y si es cierto, en verdad, que lo bello se encuentra exclusivamente en los ojos del que mira, quizá no podríamos aceptarlo. ¿Por qué algo es bello?, ¿Por qué?, Si una sonrisa puede ser hermosa, un mar majestuoso y un hinvierno embriagador, ¿de quien es la responsabilidad de decidir lo que puede o no ser bello?
Nosotros mismos aplicamos adjetivos al mundo, creamos estereotipos, negamos realidades y aceptamos mentiras. Si un a mentira repetida mil veces no se convierte en algo cierto, una visión subjetiva de una misma realidad es candorosa. No es bello lo que miramos, son especiales nuestras propias visiones de lo que vemos. Y, si, el cielo es inmenso, los atardeceres deslumbrantes, y los sentimientos especiales... Son lo que otorga la verdadera belleza.
M*
 
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