Llegamos a su casa, un inmenso edificio solitario, que parecía lleno de recuerdos inolvidables, recuerdos que ya nunca más sabrá nadie. Al entrar, la puerta se cerró con un fuerte golpe. No había luz, estábamos sumidos en una oscuridad incorpórea. Sin soltarme la mano, me condujo en silencio hasta una habitación, que supuse que era la suya. En ese momento, me pareció que el mundo se detenía, en ese momento mágico en que sus manos rozaron mi piel. Me apretó contra su pecho, y oía la fuerte ventisca que acechaba fuera. Con el sonido de un trueno, acercó su rostro al mío. Noté su aliento en mi mejilla, tan frío y a la vez cercano, las gotas de lluvia que había en sus labios rozaron mi frente. No me importaba lo que sucedería, ni siquiera pensaba ya en lo que existía fuera de esas paredes. Sonó otro trueno, y me besó. Luego, me besó otra vez, y otra, hasta que el sol decidió salir.
jueves, 7 de enero de 2010
Llegamos a su casa, un inmenso edificio solitario, que parecía lleno de recuerdos inolvidables, recuerdos que ya nunca más sabrá nadie. Al entrar, la puerta se cerró con un fuerte golpe. No había luz, estábamos sumidos en una oscuridad incorpórea. Sin soltarme la mano, me condujo en silencio hasta una habitación, que supuse que era la suya. En ese momento, me pareció que el mundo se detenía, en ese momento mágico en que sus manos rozaron mi piel. Me apretó contra su pecho, y oía la fuerte ventisca que acechaba fuera. Con el sonido de un trueno, acercó su rostro al mío. Noté su aliento en mi mejilla, tan frío y a la vez cercano, las gotas de lluvia que había en sus labios rozaron mi frente. No me importaba lo que sucedería, ni siquiera pensaba ya en lo que existía fuera de esas paredes. Sonó otro trueno, y me besó. Luego, me besó otra vez, y otra, hasta que el sol decidió salir.
martes, 8 de septiembre de 2009
El silencio del corazón frío.
domingo, 12 de julio de 2009
...Y ardieron en las llamas. Las llamas de mi odio.
martes, 7 de julio de 2009
viernes, 3 de julio de 2009
Cada vez más solos, rodeados de gente
El mundo en ojos ajenos
martes, 9 de junio de 2009
Entre la paz se encuentra la amargura
El viento que mece mis cabellos me acompaña. Si en mi soledad hay un momento de paz, es el que aguarda cuando estoy con él. No es solo un sentimiento, es la certeza de que nunca más volveré a soñar desgracias. Porque son las noches oscuras en las que se me aparecen personajes de pesadilla y encuentro una desdicha con sabor amargo. Cuando la luna se esconde, el viento me susurra desafiante palabras sin sentido. Y me quema. Me quema como el bochorno que siento al despertar y ver que las visiones solo eran mentiras. La realidad se me deshace al tiempo que voy despertando de mi somnolencia. Así, cuando abro los ojos solo veo el mismo viento que me azotaba en pesadillas, que ahora se pasea entre mis manos.
Y no estoy sola, pues el viento me acompaña.
M*