domingo, 15 de marzo de 2009

No es bueno refugiarse en los sueños


Siempre me llamó la atención el cuadro que había en el gran salón de la casa de mi abuelo. Justo en medio, sobre el hogar, pequeño y modesto. La mujer que allí había retratada siempre me había intrigado: parecía rejuvenecer con el paso de los años. El abuelo me contó que la mujer una vez le robó el corazón, que sus labios le fascinaban y no dejaban reposar sus pensamientos. Su cabello le cubría la mayor parte de la cara, dejando solo entrever un ojo y los labios. Ese azul cristalino, que no te dejaba apartar la mirada, que te transportaba hacia lo más hondo del mar.
Me senté frente al cuadro, y ella me sonreía. Estaba ensimismado, absorto en su rostro, me tenía atrapado. Mi abuela se sentó junto a mí, observándome.
- Era muy bella, ¿verdad?
Asentí sin ni siquera mirarla.
- ¿Conoces... Su historia?
Giré rápidamente la cabeza, con los ojos muy abiertos. ¿Sabía algo de ella?
- Era mi amiga, mi mejor amiga. Teníamos veinte años. Un día, cuando la luna estaba en su fase más bella, algo se movía en la oscuridad. La encontraron a la mañana siguiente, con dos marcas en el cuello, pálida e inmóvil. No queríamos creearlo, su vida se había desvanecido, su aliento era ya inexistente. Allí los sueños de tu abuelo se deshicieron, y creo que nunca he vuelto a ser la misma.
Para mí, tampoco aquel retrato volvió a ser el mismo
M*

1 comentarios:

Anice dijo...

k makuuu! ^O^!
magrada molt , si que s'enten el que volies dir ^^
es molt maku :3
un peto cariñuu ^O^

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